Revisar de forma frecuente los niveles de fluidos y lubricantes de tu vehículo pueden ayudar en la prolongación de vida útil del mismo, bien sea alargando la vida de tu motor o previniendo posibles accidentes por pérdida de líquido de tus frenos.

Una buena forma de saber sobre este tema es revisando el manual de propietario de tu vehículo; este lo puedes solicitar en el concesionario donde lo compraste o buscándolo en Internet. Pero también puedes aprender a hacerlo de forma autodidacta.

Revisión de nivel del aceite: Es importante tener pleno conocimiento sobre cada cuanto cambiar el aceite de tu vehículo, pues los intervalos de tiempo cambian de forma considerable según el vehículo, el tipo de trabajo y viscosidad de aceite (mineral, semisintético o sintético), pues pueden generar un rango entre 5.000 y 30.000 kilómetros. Por lo que este margen es bastante amplio.

Por eso es importante que:
1) Pon el vehículo de forma horizontal, en un lugar lo más plano posible, y deja que el motor esté frío; es importante esto, porque a altas temperaturas el aceite es más denso, lo cual significa que este ocupará más espacio y dará lecturas como si estuviera más lleno, mientras estando frío, las lecturas serán más precisas.
2) Saca la varilla de medición y límpiala. Esta varilla suele tener una agarradera y varía de colores entre amarillo y naranja.
3) Vuelve a meterla hasta el fondo y sácala, en la punta de la misma observarás que hay dos líneas de medición entre máximo y mínimo; según el nivel que observes, podrás detallar si se encuentra bajo, a nivel o con exceso.

Nivel del líquido refrigerante: La tarea de este fluido es primordial, pues circula a través del circuito interno del motor y absorbe parte del calor que genera la combustión, por lo que evita un sobrecalentamiento que podría ser fatal. Un exceso de temperatura podría fundir los pistones e incluso desencadenar una peligrosa explosión interna. Otra función primordial de este líquido, es que evita congelamiento de partes y demás fluidos en bajas temperaturas.

En resumen, el refrigerante debe tener una temperatura de ebullición muy alta y una temperatura de congelación baja, aparte de propiedades anticorrosivas y anti incrustantes. Conviene revisarlo cada 20.000 o 30.000 kilómetros y sustituirlo (antes de que pierda propiedades) cada 40.000 kilómetros o cada dos años.

1) Como en el punto anterior, el auto debe estar en un terreno llano, lo más horizontal posible, con el motor parado y frío (de lo contrario, el líquido podría estar muy caliente y expulsar vapor).
2) Localiza el contenedor: es grande, cuadrado por lo general y traslúcido. Dos marcas indican los niveles mínimo y máximo.

Revisión de fluido de frenos: Los frenos vienen siendo parte de ese soporte vital, la diferencia entre la vida y muerte, por ese motivo es de suma importancia estar revisando siempre el estado de este tipo de líquidos; no solo se trataría de prevenir daños al sistema de frenado, sino, la prevención de choques.

1) Con el motor frío, localiza el depósito. Generalmente tiene un tapón negro con letras amarillas.
2) Comprueba que el nivel está entre los indicadores de máximo y mínimo.

Líquido de dirección: Si tu auto tiene dirección asistida hidráulica o electrohidráulica, vas a tener que  comprobar (al menos una vez al año) el líquido de la dirección.

¿Cómo comprobar el nivel?
1) Con el motor caliente, localiza el depósito. Lleva un volante grabado en el tapón.
2) El mismo tapón suele llevar incorporada la varilla de medición. Límpiala, como hiciste con el aceite.
3) Vuelve a introducir la varilla y, al sacarla, comprueba que el nivel está entre el máximo y el mínimo.

Nivel de gasolina: Resulta más que curioso nombrarlo en esta lista, pero es un líquido primordial para que el vehículo inicie marcha. El no preocuparse de este detalle y andar con poco combustible, por ejemplo, puede provocar fallas en la bomba del depósito.